La ansiedad es una respuesta natural del organismo humano para adaptarse a las exigencias de la vida. En principio, es natural, necesaria y no peligrosa. Forma parte de nosotras desde el principio de los principios, y nos ha permitido evolucionar hasta llegar al homo sapiens que somos hoy en día.
Imaginemos a nuestra mujer primitiva que está caminando tranquilamente y de repente, escucha el rugido de un terrible animal salvaje: un león.
Inmediatamente su cerebro reacciona, evalúa la situación como peligrosa y empieza a activar todos los mecanismos de defensa. Probablemente esta mujer sienta algunos de estos efectos: dilatación de pupilas, aceleración del ritmo cardiaco, hiperventilación, etc. Así, es cómo el cerebro trata de poner en marcha al cuerpo para poder solventar este enfrentamiento. Ayudándole a que vea mejor y más lejos, bombeando más sangre para que pueda correr y dándole más capacidad torácica para ello. El problema, es que a día de hoy… rara vez nos encontramos con un león, pero las respuestas de nuestro cuerpo suelen ser las mismas.